domingo, 2 de diciembre de 2007

SI MAQUIAVELO FUERA CHILENO

SI MAQUIAVELO FUERA CHILENO

F. Duque Ph.D.
Profesor titular Ciencias Políticas
Universidad de Los Lagos
Noviembre de 2006


Este cientista político nació en Florencia Italia y amaba profundadamente a su patria. Añoraba con nostalgia la grandeza que Italia había tenido durante la república romana.

El contexto que rodeaba a Maquiavelo era caótico. Se estaban produciendo gigantescos cambios en el modo de pensar y de actuar . Los italianos, así como en el tiempo de los griegos volvieron a usar la razón y el método científico. Es decir, volvieron a utilizar intensivamente el lado izquierdo del cerebro. La magia medieval se transformó en medicina, la astrología en astronomía, la alquimia en química y física moderna, la poesía política en ciencia política, la religión primitiva, dogmática y fundamentalista se transformó en estudios e investigación bíblica, el arte de duelos y batallas en ciencia militar.

Todo esto provocó un nuevo despertar que se extendió como un tsunami por todos los espacios de la vieja sociedad medieval y empezó a dar a luz la sociedad moderna. En los aspectos económicos el cambio también fue gigantesco y paradigmático. Italia dio comienzo a la primera globalización que creó riquezas inimaginables para los pocos privilegiadas y pobreza para las grandes mayorías. Naturalmente estas grandes riquezas y el poder que ellas conllevan provocaron la corrupción extrema de las elites políticas y económicas de la época. Así, junto a espectaculares avances en la filosofía, las ciencias, las artes y la tecnología; también se desarrollaron los vicios más sofisticados y se cometieron los crímenes más horrendos. Por supuesto que la degradación moral fue extrema y generalizada. El caos, la guerra civil permanente el desorden y la corrupción se extendieron como un tsunami que inundó aún los espacios más sagrados de la cristiandad. Fue algo así como un nuevo castigo divino que se le impuso a la Italia renacentista por haberse atrevido a probar la manzana del saber prohibido.

Por toda Italia se extendieron gobiernos corruptos parecidos a la corrupta democracia ateniense que en su época criticó Sócrates, Platón y Aristóteles. Naturalmente que esta Italia corrupta y destrozada por el caos y las guerras civiles fue presa fácil de Estados mucho más poderosos y organizados tales como la España imperial y el poderoso reino de Francia. Italia fue dividida y sus distintas regiones se convirtieron en colonias de Estados más poderosos o en pequeños principados aparentemente libres pero en realidad vasallos de algún poder extranjero.

Este fue el entorno que rodeaba a Maquivelo cuando perdió su alto cargo público en la corrupta república de Florencia. Sumido en su desesperación económica escribió un panfleto que se tituló “El Príncipe” y esto con el objeto de ganar las simpatías del nuevo tirano florentino. Sin embargo no tuvo éxito y no tuvo más remedio que transformarse en un académico serio y así escribió “Los discursos de Tito Livio”, transformándose en el padre la ciencia política moderna. Maquiavelo era un verdadero patriota y demócrata de corazón. No obstante reconocía en forma realista que sus conciudadanos habían caído en las garras de la corrupción y esta había terminado por matar la democracia. Como creía fervientemente en la anaciclosis (teoría de los ciclos políticos), clamaba al cielo por que apareciera un príncipe nuevo. Un rey poderoso y bueno tal como siglos antes lo soñó Platón. Un líder de verdad que en su infinita bondad, sabiduría coraje y patriotismo salvara a Italia. Un rey que tuviera amor por sus súbditos, que impusiera orden en Florencia y luego reconquistara a sangre y fuego toda Italia, destrozando así a los enemigos internos y a los invasores extranjeros. Algo parecido a lo que habían hecho los duques de Cantabria al recrear el reino de Asturias, reconquistar toda la península Ibérica y luego fundar el imperio más grande que el mundo haya conocido. Maquivelo pensaba que una vez restablecido el honor italiano y creado un nuevo y poderoso Estado digno heredero de ambas, la gloriosa republica romana y la gloriosa república griega de Licurio; entonces a través de una educación masiva y de excelencia de toda la ciudadanía, poder crear el homus democráticus y con ello poner las bases de una nueva democracia. Es decir, una democracia parecida a la de Pericles, donde sí existían ciudadanos de verdad. O sea, patriotas que verdaderamente amaban a su país y su felicidad más completa consistía en poder participar y compartir activamente en la formulación, ejecución y adjudicación de las leyes. En otras palabras, ciudadanos que estaban capacitados y al mismo tiempo dispuestos a servir como gobernantes en pos del bien común y asimismo, capacitados para obedecer como gobernados en busca de este mismo bien común.

Si Maquivelo fuera chileno y analizara el cáncer de la corrupción que avanza inexorablemente por nuestro país atacando una a una sus instituciones, tanto públicas como privadas; entonces seguramente miraría el cielo y rogaría por el nacimiento de un verdadero líder que detuviera la marcha hacia el abismo al cual se está cayendo. Maquiavelo entendería perfectamente el porqué los pueblos de América Latina, desesperados por la corrupción impuesta por el neoliberalismo, lentamente van dando nacimiento a líderes que tratan desesperadamente por cambiar el rumbo suicida de nuestro continente. Así tenemos a Fidel en Cuba, López Obrador en México, Ortega en Nicaragua, Torrijos en Panamá, Chávez en Venezuela, Lula en Brasil, Correa en Ecuador, Umala en Perú, Evo en Bolivia, Kirchner en Argentina y Tabaré en Uruguay.

Maquivelo finalmente, rogaría que en nuestro país la presidenta escuche su susurro y haga para Chile lo que Indira Gandi hizo para la India.

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