miércoles, 8 de octubre de 2008

Una película Intrigante: La Controversia del Código Da Vinci

Fernando Duque P. Ph. D.
Profesor Titular Ciencia Política
Universidad de los Lagos


La película titulada El Código Da Vinci ha desatado una gran controversia en países donde la religión cristiana es mayoritaria. Por un lado, una gran cantidad de católicos, ortodoxos y protestantes, se manifiestan sumamente ofendidos con la falta de respeto hacia Jesús y la fe que él encarna y representa. Por otro lado, sectores que defienden la libertad de conciencia y la objetividad científica se quejan de que jerarquías eclesiásticas conservadoras han iniciado una especie de nueva Inquisición. Estas enconadas acusaciones de uno y otro bando no hacen sino despertar la curiosidad y sorpresa de aquellos que no se abanderan en ninguno de estos bandos extremos. Naturalmente que a causa de toda esta conmoción, grandes muchedumbres se aglomeran para poder ver la película de marras. Este es otro caso que prueba que animosidades y discordia pública son en realidad la mejor propaganda.
Para comprender un poco mejor este fenómeno, es necesario hacerse algunas preguntas: ¿Por qué, aparentemente, hay un grado de nerviosismo en la jerarquía eclesiástica cristiana ante un película que se ha presentado como sólo una pieza de ficción?. ¿Por qué la inmensa mayoría de los líderes religiosos cristianos no han reaccionado con la misma fuerza con que previamente clérigos musulmanes reaccionaron ante ataques mucho más suaves a su fe y creencias más sagradas?. Estas son algunas preguntas que trataré de contestar en este pequeño artículo.
Historiadores, teólogos y otros académicos occidentales, especialistas en la Biblia, conocen muy bien los orígenes de éste, el más sagrado libro de la cristiandad. Se han escrito muchas tesis doctorales en filosofía, historia y ciencia política, donde se analiza y se admira la inmensa capacidad politológica de algunos emperadores romanos del siglo IV. Particularmente de Constantino el Grande. Los emperadores en una serie sucesiva de concilios y reuniones religioso-político de máxima importancia, lograron construir con éxito una ideología / religión sumamente poderosa. Una “Imago Mundi” unificada y coherente que llegó como un anillo divino al dedo imperial para defender los más profundos intereses del imperio. Junto a esta doctrina religiosa, se construyó una admirable institución, destinada a consolidar y expandir dicha doctrina. Y esta institución se ha mostrado como ejemplo, ya que se ha conformado en la madre de todas las instituciones al llevar ya más de 2000 años de existencia. En efecto, durante los Concilios de Nicea, Hippo y Cartago, se construyó y consolidó la Biblia actual. Las decisiones más importantes se tomaron en Nicea el año 325. Luego, el año 367, el obispo Atanasio de Alejandría recopiló una lista de obras que deberían incluirse en el Nuevo Testamento. Esta lista fue ratificada en el Concilio de Hippo en 393 y luego, en el Concilio de Cartago en el 397. En estos tres cruciales concilios se seleccionaron finalmente las obras que iban a componer el Nuevo testamento, tal como se conoce hoy día. Otras obras (varias decenas de evangelios y otros documentos del cristianismo primitivo), fueron rechazadas y desechadas por heréticas y finalmente quemadas. Al parecer, el criterio de selección o rechazo era si el documento era o no favorable a Roma y a los intereses del imperio. Todos aquellos documentos que condenaban a Roma por su conducta imperial y el tratamiento de los pueblos conquistados, fueron inexorablemente eliminados. A los cristianos seguidores de dichos evangelios heréticos se les persiguió y exterminó sin contemplaciones. Como resultado de este trabajo sistemizador y unificador, se conformó un cuerpo valórico sólido, coherente y sinérgicamente integrado. Esta doctrina unificada, más la poderosa institución eclesiástica, crearon una fuerza cultural enormemente potente que le permitió al imperio eliminar sus diferencias doctrinales y funcionar por 10 siglos más, hasta la caída de Constantinopla al fin de la edad media.
Es necesario enfatizar que todo este entramado valórico se basa en documentos del siglo IV de la era cristiana . En efecto, el Código Vaticano y el Código Sinaiticus fueron elaborados y terminados en dicho siglo. Ese fue el período de tiempo en que por primera vez la totalidad de la Biblia fue reunida en un solo volumen. Documentos originales y más antiguos que estos dos códigos han desaparecido por efecto del tiempo y también como resultado de las interminables luchas religiosas que se dieron entre diversos sectores cristianos primitivos y luego entre estos y las antiguas religiones paganas que los precedieron. Fueron precisamente estas luchas religiosas e ideológicas (Imago Mundi diferentes), que pusieron en peligro la estabilidad del sistema político imperial. Los dos códigos en referencia unificaron las creencias religiosas de una vez por todas y pusieron fin a un largo período de desestabilización política.
Es así como la piedra angular de la fe cristiana actual es sólo una copia de otras copias que se escribieron entre los siglos I y III. Es preciso recalcarlo una vez más: los Códigos Vaticano y Sinaiticus no son los documentos originales escritos por Marco, Mateo, Lucas y Juan. Son sólo copias de copias y éstas a su vez, copias de los documentos escritos poco después del paso de Jesús por Palestina y que se perdieron irremediablemente.
Por muchos siglo, la Biblia fue un documento infalible y respetado por todos. Pero a partir del siglo XV, la Biblia Católica, Apostólica y Romana empezó a ser severamente cuestionada por la ciencia y la filosofía moderna. El primero fue Copérnico (que fue censurado por sus ideas heréticas, como por ejemplo, argumentar que la tierra no era el centro del universo y además era redonda). Luego viene Bruno, que señaló que Dios estaba presente en la naturaleza, por lo tanto, en todas partes. Además señaló que el espacio era infinito. Por esta herejía, fue quemado en la Plaza de las Flores de Roma en 1600. Luego la crítica continúa con Galileo, Lutero y Calvino, para seguir son Darwin, Marx, Freud y Nietzsche. El proceso de cuestionamiento continúa durante el siglo XIX y la primera parte del siglo XX.
No obstante, un cuestionamiento radicalmente diferente se inició después de la Segunda Guerra Mundial. El análisis crítico de la Biblia aumentó enormemente con descubrimientos arqueológicos como los Rollos del Mar Muerto y la colección de Naj – Hammadi en Egipto en 1945. Como resultados de estos trascendentales descubrimientos, surgen a la luz pública evangelios heréticos y proscritos, tales como el Evangelio de la Verdad, el de los Egipcios, el de Tomás, el de Felipe, el de María Magdalena y muchos otros más. En dichos documentos, eliminados en el siglo IV por órdenes imperiales, se presenta una visión de Jesús y su doctrina radicalmente diferente a la propuesta por la Biblia. En estos manuscritos apócrifos es donde se argumenta que Jesús era en verdad un Mesías o Rey de los Judíos y que había adoptado una posición revolucionaria frente a Roma. Era además anticapitalista, proponía la eliminación de la propiedad privada y la esclavitud, defendía el comunismo primitivo de los Esenas y se había casado con María Magdalena. Se señalaba que Jesús era un individuo súper dotado, talvez el hombre más perfecto que el mundo haya conocido, pero que era hombre y no Dios.
Estos evangelios censurados y heréticos también son copias de copias, es decir, no son originales y los papiros que hoy existen son también del siglo IV. Estos documentos heréticos son los antecedentes arqueológicos que sirvieron de base al Código Da Vinci.
Podría argumentarse que hasta aquí, estas dos radicalmente diferentes interpretaciones de Jesús y de su doctrina, tienen desde el punto de vista histórico ( no desde el punto de vista de la fe), una validez historiográfica más o menos similar, ya que ambas se afirman en copias y ambas provienen del siglo IV.
En la historiografía (es decir, la historia construida en base a objetos, documentos y otros productos culturales científicamente validados), se identifican como aceptables, aquellos documentos originales y escritos en un tiempo lo más ceca posible al tiempo en que los fenómenos narrados ocurrieron. De esta manera se sostiene que, la llamada “Corrupción Legendaria”, no tiene tiempo suficiente para desarrollarse. Por lo general, esta Corrupción Legendaria ocurre cuando pasan más de dos generaciones entre la ocurrencia de los hechos y la preparación de documentos escritos que los narran y documentan. Bajo estos estándares, podría argumentarse que tanto la Biblia como los evangelios heréticos podrían estar contaminados por el desarrollo de leyendas. Por lo tanto, la verdad histórica sólo puede obtenerse y documentarse si se descubren documentos originales escritos en el idioma de Jesús, escritos en Palestina y elaborados para evangelizar a los habitantes del Medio Oriente.
Es probable que pronto se pueda resolver este enorme enigma. A fines del siglo XX se descubrieron miles de nuevos documentos. Los más importantes se descubrieron en 1976 en el Monasterio de Santa Catherine en el Monte Sinaí. Allí se descubrió una gran colección de manuscritos, los cuales son del siglo I y II. Se piensa que ellos tienen una enorme riqueza histórica (incluyendo páginas perdidas de otros textos). Desgraciadamente, los monjes guardianes de este material han permitido que este tesoro arqueológico sea sólo examinado por dos eruditos. Se alega además, que se ha denegado acceso a eruditos contrarios a la doctrina oficial.
A mí, personalmente, no me interesa el estado civil de Jesús o si fue sólo un hombre o es realmente Dios. De todos modos, cualquiera que sea el veredicto, yo seguiré creyendo en él, la virgen y los santos. La historia es una cosa y la fe es otra. No obstante, como cientista político, sí me interesa conocer en detalle su posición frente a la justicia, la ética, la esclavitud, el imperialismo romano, el capitalismo romano, la propiedad privada, la propiedad comunitaria y tantos otros temas relacionados con sus creencias y valores económicos, políticos y sociales. Desde mi punto de vista politológico, estas ideas sí que son de fundamental importancia para el futuro de la humanidad.

1 comentario:

Carlos (Curioso) dijo...

Es el documento más creíble, imparcial y honesto que he encontrado. Ni busco verdades absolutas ni conspiraciones históricas. Simple curiosidad.