jueves, 9 de julio de 2009

Carta a la Presidenta Michel Bachellet

Puerto Montt, 24 de Junio de 2009.

Señora Michelle Bachelet

Presidenta de Chile

Palacio de La Moneda

Santiago.

Estimada señora presidenta:

La Universidad de Los Lagos, organización donde yo trabajo desde 1997, se está desintegrando. El proceso de destrucción está ya bastante avanzado y si no se toman medidas inmediatas su descomposición será inevitable. Sus estructuras ya no funcionan. Sus edificios están ocupados y tomados por los alumnos. Por lo tanto ya no hay docencia, no hay investigación ni hay extensión. La organización sigue consumiendo y gastando insumos pero ya no entrega productos de valor a la sociedad. Ha entrado en un profundo proceso de entropía que vaticina una segura extinción institucional.

Ya no hay posibilidad alguna que nuestra organización pueda auto mejorarse. Es decir, sea capaz de encontrar una salida razonable a la profunda crisis que la afecta en forma independiente y autónoma. Las autoridades, debidamente elegidas ya no son obedecidas y esto, por que han perdido poder real y legitimidad. Se ha producido un vacío de autoridad y nadie toma decisiones. Podría decirse que la cabeza de la Universidad de Los Lagos, está paralizada y ya no piensa, está a las puertas de la muerte cerebral.

Por su parte, el cuerpo universitario, es decir, los distintos estamentos conformados por académicos, alumnos y personal administrativo, no logran llegar a acuerdos razonables y que cuenten con el consentimiento mayoritario de la población universitaria. Todo esto se agrava enormemente por la existencia de poderosísimos centros de poder fáctico (de tipo económico) que dirigen y controlan a las actuales autoridades formales. Estos centros de poder en defensa de sus intereses económicos impiden que la cabeza de la universidad acepte su fracaso institucional y voluntariamente se aleje del poder. Más grave aún, podría decirse que las autoridades formales se encuentran secuestradas por los grupos fácticos que desean continuar con actividades lucrativas dentro de la estructura universitaria. En mi opinión, estos intereses particularistas y egoístas son lo que están impidiendo una solución rápida al agudo problema de ingobernabilidad.

Si la universidad como institución deja de existir, es probable que se produzcan importantes consecuencias y efectos negativos para la décima región y también para el país: Primero, la universidad de Los Lagos es el único ente estatal de estudios superiores de la décima región. Si la universidad desaparece, el rol que esta tiene como conciencia social de la comunidad regional también desaparecerá. Todas las actividades desarrolladas en defensa del medio ambiente y también en defensa y protección de actividades productivas sustentables, ya no tendrían un hogar institucional. Actividades académicas tales como por ejemplo la denuncia pública que por años, la universidad ha hecho sobre la no sustentabilidad de actividades y prácticas salmoneras, ya no podrían continuar.

Segundo, la desaparición de la Universidad de Los Lagos, también daría un golpe mortal para las aspiraciones de movilidad social de la inmensa mayoría de la población de la décima región. La ULA, se ha especializado a través de los años en entregar servicios de educación superior a los estratos sociales más pobres de la décima región. El 80% de los alumnos de la universidad, provienen de familias ubicadas en los dos deciles más pobres de la estructura socio - económica del país. La desaparición de la ULA así, dejaría sin esperanza de obtener una profesión universitaria a miles de estudiantes provenientes del campesinado y proletariado regional; sector que a su vez, es la inmensa mayoría de la ciudadanía viviendo en nuestra región.

Tercero, a pesar de sus problemas, la ULA ha contribuido con una parte importante de la investigación que se realiza sobre las actividades productivas de la décima región. Particularmente, agricultura, silvicultura, ganadería y actividad acuícola. Importantes proyectos de investigación dejarían así de existir si la universidad desaparece.

Cuarto, las actividades de extensión y desarrollo cultural para las capas más pobres de la décima región, también recibirían un golpe devastador. A pesar de sus problemas, la universidad ha contribuido positivamente al desarrollo cultural de obreros y campesinos, sectores que como ya se ha señalado, conforman la inmensa mayoría de la población de la región. Las charlas, conferencias, simposios y mesas redondas, sobre temas de interés regionales y favorables a los intereses de la mayoría, dejarían de implementarse. Igualmente las numerosas actividades artísticas, culturales y deportivas, también dejarían de existir.

Todas estas actividades de docencia, investigación y extensión, particularmente orientadas hacia los sectores más pobres de la población, definitivamente no serán cubiertas por las universidades privadas que existen en la región. Por lo tanto, se creará un enorme vacío cultural y esto, un Estado solidario y comprometido con los más pobres, no puede permitir.

Esta es una verdadera tragedia institucional y para poder remediarla, es preciso pensar y analizar las probables causas que determinaron este gravísimo deterioro institucional ¿Cuáles son los factores determinantes que han provocado esta crisis?

En primer lugar tenemos como causa originaria, el abandono que el Estado de Chile hizo de todos sus centros de altos estudios universitarios. Este abandono se inició con la dictadura, y luego continuó con los gobiernos democráticos que decidieron conservar el modelo neoliberal. El Estado chileno abandonó su política de casi 150 años de dar educación superior gratuita para los mejores elementos de la juventud nacional. En todas las sociedades avanzadas, el Estado sigue preocupado y responsable del financiamiento de sus centros de docencia y educación superior. Pero esta política dejó de existir en Chile después de 1973 y nuestra universidad fue creada en 1993 con un apoyo financiero estatal verdaderamente insignificante. Como el Estado decidió no cubrir los costos de la universidad, dejó entender con toda claridad que se vería con buenos ojos que la institución tratara de autofinanciarse iniciando actividades productivas y lucrativas. Esto se hizo con rotundo éxito, y pronto la universidad estaba cubriendo más del 80 % de sus costos. Puede decirse entonces que el Estado obligó a la universidad a sumergirse en las aguas de la competencia de un nuevo mercado creado para la educación superior. El mensaje que se recibió del Estado era que si las universidades privadas hacían un excelente negocio dando servicios privados de educación superior; de igual forma la universidad podría prosperar y desarrollarse si hacía lo mismo.

Fue así como se crearon verdaderas empresas con fines de lucro dentro de la universidad. La institución recibió participación importante de estas ganancias, y con ellas, no sólo financió sus gastos de operación, sino que además pudo ampliar su campus central en Osorno y construir nuevos campus tales como los de Chinquihue y Santiago. Pero la bonanza financiera no sólo fue para la universidad, sino también para el pequeño grupo de académicos que se dedicaron a la administración y gestión de estos negocios universitarios. Estos empresarios-académicos, con el paso de los años se transformaron de simples profesores, en prósperos multi millonarios.

La existencia de este pequeño grupo de exitosos empresarios gradualmente empezó a afectar negativamente el clima laboral y la cultura organizacional de la universidad. La enorme riqueza de unos pocos por un lado y los bajos sueldos de la enorme mayoría por otro, gradualmente fueron creando el síndrome llamado “deprivación relativa”. Esto se tradujo en que una gran cantidad de académicos y personal administrativo que no participaba en estas empresas lucrativas, desarrolló un profundo sentimiento de envidia hacia la minoría afortunada. A su vez, este sentimiento de envidia fue creando una atmósfera de sospecha, secretismo y malestar generalizado. Otro efecto de esta deprivación relativa, fue la creación de un agudo proceso de resentimiento institucional y al mismo tiempo, el deseo de algunos de tratar de surgir económicamente por todos los medios posibles. Esta orientación determinó a su vez que la moral y la ética institucional entrara en un profundo proceso de declinación y deterioro. Naturalmente que todas estas fuerzas, tuvieron una repercusión negativa en el quehacer universitario. El hecho que unos pocos exitosos privilegiados, utilizaran las instalaciones, infraestructura y personal del Estado para enriquecerse en forma desproporcionada; al parecer dio la autorización tácita para que el resto tratara de aprovecharse de todo tipo de situaciones y oportunidades que le dieran sus puestos de trabajo.

Fue así como parte del personal administrativo, sufrió una gradual pero sostenida pérdida de eficiencia y productividad y algunos profesores hicieron lo mismo. Se descuidó la preparación de clases y con ello bajó drásticamente la calidad de la docencia. Es así como se da el caso de profesores que no asisten a clase, llegan tarde, o no preparan adecuadamente sus actividades docentes. Por otra parte, se dan casos de personal administrativo, que recibe buenos salarios pero que su contribución al esfuerzo colectivo es sumamente escaso.

La moral de trabajo y ética institucional ha declinado marcadamente en los últimos años. Parte del personal académico no tiene suficiente ética de trabajo y parte del personal administrativo demora y burocratiza los trámites. Al tiempo de elegir autoridades, casi siempre se elige a aquellos candidatos que prometen salvaguardar la “libertad académica”. Lo que en el fondo quiere decir que serán tolerantes con la ineficiencia y la falta de productividad. Esta es la razón principal por la cual el actual rector ha sido reelegido varias veces. También es la razón por la cual los consejeros superiores, los jefes de departamento y jefe de carrera son reelegidos regularmente. Casi todos ellos han alcanzado sus puestos por que han dado garantías a su electorado que no harán exigencias draconianas. Naturalmente, todas estas tendencias crearon un mal clima laboral, pero la verdadera crisis comenzó, cuando hace algunos años, el Ministerio de Educación, presionado por el Banco mundial, empezó a exigir calidad en las actividades universitarias. Como esa calidad la universidad no pudo darla, fue necesario cerrar muchas sedes. La matrícula universitaria cayó así de casi 30.000 alumnos, a menos de 11.000. Este brutal descenso en la matrícula, produjo la actual crisis financiera.

Señora presidenta, es obvio que con el actual clima laboral, la comunidad universitaria no podrá ponerse de acuerdo para elegir a un nuevo rector que a la vez dé garantías de honestidad, justicia y probidad, pero que al mismo tiempo sea capaz de exigir a académicos y administrativos los enormes esfuerzos necesarios, para salir del abismo al cual se ha caído. Por lo tanto, una salida autónoma e independiente no parece ser viable ni posible. El Estado de Chile es el dueño de la universidad de Los Lagos. Esta es una institución estatal, por lo tanto, son las autoridades estatales superiores ubicadas en la Presidencia de la República y en el ministerio de educación, las únicas que en este caso son verdaderamente objetivas y relativamente libres de conflicto de intereses.

Nuestra institución está en la sala de enfermos críticos y no es capaz de auto sanarse, pero sí necesita un salvataje urgente; y estas actividades de salvataje necesariamente tienen que empezar por el nombramiento de un rector interino a la brevedad posible. Esta nueva autoridad debería ser una persona externa a la universidad y debería tener todos los poderes suficientes para introducir los cambios y reformas necesarias que la institución tan urgentemente necesita. A pesar de todos los problemas anteriormente señalados, existe un considerable número de alumnos, profesores y personal administrativo que aún trabajan con honestidad y dedicación. Todos ellos se merecen un futuro mejor. Es de esperar que gracias a su oportuna intervención este futuro pueda convertirse en realidad.

Aprovecho la oportunidad para saludarla muy atentamente,

Fernando Duque Ph.D.

Profesor Titular Ciencias Políticas

Universidad de Los Lagos.

PD.: Me permito adjuntar un breve trabajo que discute el problema de gobernabilidad en la Universidad de Los Lagos

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